Por Daniel Lencina y María Teresa Vera Balanza para The Conversation
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El 2023 comenzó con la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado en República Dominicana. También dentro de poco, en julio, se celebrará la reunión entre la Unión Europea y Latinoamérica. Además, hay países que aspiran ingresar a la OTAN, logro hace poco alcanzado por Finlandia.
Por estos días, en estos foros se discuten cambios que podrían modificar la vida tal como se la conoce. Tales transformaciones tienen que ver con las «verdades» del nuevo mundo que asoma. En Venezuela, China y Ucrania se cruzan muchas de estas tensiones.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, fue el pasado mes de abril anfitrión de la Conferencia Internacional sobre el Proceso Político de Venezuela. En la reunión de julio de la OTAN en Lituania, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski buscará que su país ingrese en la alianza, cosa que ahora parece poco menos que probable.
También se multiplican los encuentros entre líderes rusos, chinos, japoneses, latinoamericanos, en los que intercambian ideas sobre los pesos y contrapesos alrededor de los recursos y las finanzas. El filósofo italiano Maurizio Lazzarato definió este escenario como una lucha entre imperios. Esto exige la definición de nuevas verdades alrededor de las que se organizará la vida en el nuevo mundo.
La cuestión de la verdad
Acontecimientos como la pandemia y la guerra en Ucrania operaron como válvulas desde las que se liberaron las tensiones actuales. Son luchas entre unas formas de entender la realidad que quieren sobrevivir y otras –nuevas– que buscan constituirse en las nuevas verdades que regulan la vida.
Los individuos viven en función de tales creencias. Las nociones sobre el trabajo, la educación, la familia, la sexualidad, etc., controlan las formas en que vivimos. Así de cotidiano.
En su Microfísica del Poder, Michel Foucault explica los «regímenes de verdad». Esto significa que no hay una única verdad, sino una serie de verdades (regímenes) que luchan entre sí para lograr que ciertos discursos alcancen un rango de veracidad. La vida se gobierna controlando su acatamiento.
Entre los siglos XVII y XIX, la sociedad disciplinaria vigilaba a las personas encerrándolas en instituciones como la cárcel, la fábrica, la escuela y la familia. Sin embargo, en la actual «sociedad de control» estose ejecuta en contextos abiertos, al aire libre. Las tecnologías de la comunicación tienen una función clave en este propósito.
Vale aclarar que la aparición de una modalidad no anuló abruptamente a la anterior. Se produjo una transición gradual, por lo que aún hoy pueden observarse ciertos rasgos de la sociedad disciplinaria. Para el filósofo francés Gilles Deleuze, el fin de la II Guerra Mundial fue un momento clave en este proceso.
Todo esto no se limita a la política, a la economía o a los asuntos internacionales. Por el contrario, impacta en los cuerpos mismos de las personas, en sus vidas diarias, es decir, a nivel somático.
Las verdades invaden el día a día, son incorporadas y aceptadas por las personas. Las tecnologías y los medios de comunicación las ponen a circular, contribuyendo a establecerlas como verdaderas. Piénsese, por ejemplo, en la presencia del teléfono móvil.
La comunicación es una de las estrategias de control que en su libro Imperio, Michael Hardt y Antonio Negri denominan el «éter». Otras son la «bomba» (el desarrollo técnico y armamentístico) y el «dinero». Con todo esto se ejerce un biopoder, o sea, un poder sobre la vida misma.
¿Quién tendrá el poder en el nuevo mundo?
Volvamos a los foros internacionales y a lo que desde estas perspectivas están representando. Esto tiene que ver justamente con las verdades para el surgimiento de un nuevo mundo. Básicamente, en quién tendrá el poder para establecerlas.
El contrapeso de China y Rusia así lo demuestra, al igual que los escenarios en Venezuela y Ucrania. «Armado» con sus verdades antioccidentales, un nuevo imperio busca surgir mientras Occidente se obstina en perdurar.
Finalmente, recuérdese que en julio se celebrará la cumbre entre la Unión Europea y Latinoamérica en Bruselas. Esto significa que la lucha por la verdad tendrá un nuevo episodio.
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