Marouane El Mahibba: «La prensa tradicional tiene afinidad con los centros de poder»

Marouane El Mahibba es investigador de la Universidad Mohamed V. Rabat, de Marruecos. Sus investigaciones abordan el periodismo escrito latinoamericano, el periodismo Big Data, la prensa popular y su rol dentro del periodismo en la región diferenciándola de la prensa tradicional: «Es inquietante, porque la gente está mirando a la prensa tradicional con muchas sospechas, por lo que opta por la prensa popular».

Entrevista: Daniel Lencina

– ¿Cómo fue que Trome logró superar a periódicos tradicionales y fuertes de Latinoamérica como Clarín?

– La investigación se hizo en el marco de un congreso que se organizó en Málaga sobre el periodismo de datos. Fue muy interesante, porque yo había comenzado a estudiar el periodismo latinoamericano hacía mucho tiempo, en 2010, en el marco de un máster en la Universidad Mohamed V de Rabat de Marruecos. Luego, cuando investigué los periódicos latinoamericanos de mayor prestigio y tradición, fue que me interesé por lo que en la investigación se llama prensa popular en contra de una prensa tradicional.

Hay un fenómeno muy interesante que se produce en 2011 y sale a la luz en 2013 gracias a un foro latinoamericano de Skycraper, que ofrece una estadística sobre los periódicos más vendidos en relación a su tiraje anual. Allí salió Trome con 560 mil ejemplares, rompiendo récords de una manera impresionante. Y claro, las cifras de Clarín, que es un referente en Argentina y en toda la región, fueron de poco más de 300 mil. Entonces es que surge la pregunta por esta irrupción en el periodismo latinoamericano, lo que se abordó con algunos datos muy interesantes. El primero es que la de Trome es una prensa gratuita. Es un recurso de algunos periódicos que van, por ejemplo, al metro. Es lo que pasó con Trome, que se planteó la distribución de ejemplares gratis en el metro de Lima. Entonces, cuando una empresa toma esta opción, llega a todas las capas sociales. Fue una idea fantástica que lo llevó a alcanzar este récord. Eso también pasó aquí en España con el periódico 20 minutos, que también se distribuyó a través del RenFe. Esa fue la primera estrategia de Trome.

Hay que señalar que Trome es parte del conglomerado de El Comercio, por lo que estamos hablando de una prensa que rompe. Pero claro, a lo mejor dentro de esta empresa hay otras varias pequeñas empresas. Trome es parte El Comercio, que integra la prensa tradicional siendo uno de los periódicos más veteranos del continente. Otro tema que parece interesante es el contenido; ahí entramos en el texto periodístico como tal, como corpus. Lees y te das cuenta que no tiene nada que ver con el periodismo clásico ni tradicional, son narraciones simples que pueden alcanzar a un amplio público. No es lo mismo leer El País o El Mundo que Trome. Igual pasa con El Comercio, Clarín, o El Universal de México, La Nación de Paraguay, etc.; son muy distintos.

La prensa popular se basa también a nivel de forma, en narraciones y textos periodísticos simples. A nivel de contenido se trata de temas de la calle, como la farándula. Tú lees el periódico, y detrás de muchas cosas que pasan, se ven los chimentos de las estrellas, de las personalidades del deporte, etc. Estudié portadas de Trome y descubrí que siempre en ellas hay noticias de la calle para llamar la atención. Esto nos deja claro que la prensa tradicional puede poner cosas políticas y sociales en sus portadas, pero no es tan así con temas de la calle, de la farándula, rumores o chismes. Si lo hace, para la prensa tradicional es complicado, porque va a perder credibilidad. Pero la prensa popular se asegura que va a llegar a un público más nutrido, a otras capas. Trome ocupa muchas portadas con asuntos, por ejemplo, de los jugadores de fútbol.

Se hizo una comparación entre lo que pasa con Trome y otros países. Si en Perú sucede esto, ¿qué ocurre en otros países? También se abordó a países norteamericanos, como México. De cada país se seleccionaron un par de periódicos emblemáticos y se descrubrió que la prensa popular también está subiendo. Aquí también entra la relación entre Clarín e InfoBae, que es un periódico nuevo y que está alcanzando récords de ventas y visitas en Internet. En México pasa igual, con El Universal y otros como Prensa 12, que están ganando terreno especialmente en la red.

Se plantea una cuestión muy interesante, que es que la prensa tradicional tiene una mayor afinidad con los centros de poder. Entonces, el nivel de lectoría sube cuando se refiere a prensa popular y baja cuando se habla de prensa tradicional a lo mejor por eso, porque la gente está harta de leer estas cuestiones. Eso también pasó en Argentina con Clarín, también con lo que sucedió con Papel Prensa o con la imagen de Cristina Kirchner, con la Ley de Medios y otras cuestiones. Igual en México, donde hay muchos periódicos que son afines al poder; El Universal tiene mucha afinidad con el PRI. Es inquietante, porque la gente está mirando a la prensa tradicional con muchas sospechas, y opta por leer prensa popular y lo que está disponible en la red, ya que con conectarte te alcanza para acceder a la información.

Creo también que en la prensa popular hay más libertad para escribir, y eso permite tratar una mayor amplitud de temas. Además, la prensa popular tiene que ver con la regionalización, lo que quiere decir que cuando hablamos de la prensa de Clarín, El Universal, etc., se trata de publicaciones que se hacen desde capitales como Buenos Aires o DF. En cambio, la prensa popular cubre principalmente regiones como Barranquilla, en Colombia.

– ¿Hay algún tipo de transferencia hacia el escenario comunicacional de la desigualdad que caracteriza a Latinoamérica?

– Yo creo que la desigualdad también se advierte en el periodismo latinoamericano. En una investigación previa se había abordado la forma en que las personas tienen acceso a Internet en Latinoamérica. Se está hablando de grandes mercados. Por ejemplo, Brasil tiene un mercado de Internet que le permite salir siempre primero en todas las estadísticas, y luego hay otros como Chile y Argentina. Después ves a El Salvador, Paraguay y Uruguay, que tienen infraestructuras de Internet muy modestas, que hacen que la gente tenga muy poco acceso a las lecturas. Ahí quedan en evidencia los niveles de desigualdad entre un país y otro. También se puede hablar de Bolivia u otros países que tienen problemas económicos muy severos.

El diario Trome (trome.pe), de Perú, es uno de los más leídos del mundo.

La desigualdad también es sobre sistemas políticos muy dudosos con relación a la libertad de la prensa, y se puede hablar de países como Venezuela o Cuba, que tienen sistemas más clásicos y polémicos hacia la prensa.

Y esto nos lleva a otro tema que se abordó en un informe de Freedom House sobre libertad de prensa. Siempre es discutible, como todo, y cuando hablamos de un informe que sale de Estados Unidos, pues… Y siempre sale Washington y Estados Unidos como un país libre, lo cual es discutible. Pero el informe da cuenta de Uruguay y Costa Rica como los países con mayor libertad de prensa. Eso nos lleva a la desigualdad, y nos preguntamos acerca de los mercados editoriales. Los de Costa Rica y Uruguay son pequeños, por consiguiente no hay muchos periódicos, lo que hace que no haya tanta competitividad entre ellos, y por consiguiente no hay tantos monopolios. No se puede comparar Uruguay y Costa Rica con Venezuela, México o Argentina, donde hay muchísimos periódicos, competitividad y monopolios. En Chile, el Grupo El Mercurio controla tres o cuatro diarios de gran tirada. Todos los diarios pertenecen al mismo grupo, y este fenómeno se repite en muchos países.

Esto es desigualdad, un país tiene tres o cuatro diario y otro tiene muchos que están en pocas manos. En Costa Rica y Uruguay hay muy pocos diarios, además de que los gobiernos también han permitido una mayor libertad de prensa, sobre todo en administraciones como las de José Mujica en un país donde la última dictadura fue la de [José Luis Gabriel] Terra [1933-1939]. Todo esto ha jugado a favor de la libertad de prensa y de la prosperidad a nivel periodístico, cosa que no ocurre en otros países donde se resalta la desigualdad.

– ¿Cree que hay autocensuras por parte de los medios de comunicación y los periodistas, y cómo se dan en el escenario comunicacional latinoamericano?

– Yo creo que sí, que hay autocensuras en el periodismo latinoamericano. Entre 2015 y 2019 se estudiaron los últimos informes de prensa y se ve que hay muchos contrastes entre varios países latinoamericanos y América del Norte, Central y del Sur. La reelección de Álvaro Uribe en Colombia generó algunas contradicciones en varios periódicos latinoamericanos. Había un problema entre Colombia y Venezuela, y algunos periódicos estaban a favor de la reelección de Uribe y otros en contra. El Nacional de Venezuela había cargado totalmente en contra, pero poco tiempo después expresó que estaba a favor. Igual sucedió con El Universal. Aquí estamos hablando de contrastes, lo que también sucedió con el mismo El Tiempo de Bogotá. Los mismos periódicos se autocensuran, a lo mejor por una cuestión de afinidades al poder, hoy decimos que sí y mañana cambiamos de opinión.

Sucede que la mayor parte de los periódicos buscan reconciliarse con los sistemas políticos, sobre todo los de la prensa tradicional, no así la popular. El mismo Clarín da cuenta de muchos episodios históricos de roces con varios presidentes, pero luego vuelve a reconciliarse, a estar más afín al poder. Lo mismo sucedió en Colombia, donde El Tiempo tenía al entonces presidente Juan Manuel Santos como uno de sus accionistas. Entonces nos preguntamos, ¿cómo un periódico puede ser libre o imparcial teniendo al mismo presidente como socio o accionista? Ellos mismos se censuran.

Estos casos se han repetido mucho. Cuando Mario Vargas Llosa se presentó a las elecciones, El Comercio publicó que estaba a favor de su elección por ser un académico, escritor, un boom latinoamericano. Pero pasaron los días, la opinión pública se carga contra Vargas Llosa y el mismo El Comercio pasa a decir que ahora rechaza su elección. Sabemos cómo terminó eso, con Vargas Llosa abandonando Perú y regresando a España. Eso se repite en cada país latinoamericano.

– ¿Has vivido, conocido o atestiguado casos de parresías por no respetar esa afinidad editorial?

– Yo no ejerzo el periodismo, así que no me ha sucedido. Pero en Marruecos, que es un país donde no hay mucha libertad de prensa, he trabajado y conocido a periodistas que sufrieron censuras, que tuvieron problemas con las autoridades. En Rabat hubo un congreso internacional en el que necesitaban traductores para escribir el newsletter del evento, que debía salir en árabe, español, inglés y francés. Estábamos trabajando en la traducción del árabe al español y viceversa. Los artículos deben respetar la regla que dice que cuando te refieres al rey de Marruecos debes poner «SM REY» [SU MAJESTAD EL REY] todo con mayúsculas. Por error salió un artículo en minúsculas, por lo que se terminó censurando.

– ¿Qué alternativas hay para que los medios populares puedan financiarse sin tener que pertenecer a los grandes grupos económicos?

– Es muy difícil no pertenecer a un grupo económico para poder seguir adelante, pero hay muchos periódicos que no tienen ese apoyo financiero y lo están logrando. La publicidad y el márketing son muy importantes, sobre todo en digital. Estás obligado a hacer mucha publicidad en la página. Eso pasa mucho en España y Latinoamérica, donde entras en la versión en línea de un artículo y te salen muchas publicidades. Si bloqueas las ventanas con alguna app o programa, no puedes leer. Si tienes muchas visitas de internautas diariamente, generas más visualizaciones, al igual que en YouTube. A la empresa le interesa que 1 millón de personas vean el artículo. Y si te interesaste en algún momento por algún vaquero o una camiseta, el algoritmo no te deja escapar. Es lo que pasa con Amazon, y por eso es que está en varios portales periodísticos de España. El algoritmo, la Inteligencia Artificial (IA) y la publicidad son cosas que hay que introducir para que la prensa popular pueda salir adelante. Es complicado, porque para poder comenzar necesitas capital. Pero es viable si logras la colaboración de empresas publicitarias, porque pagan por la visualización y las visitas.

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