Margarita Ledo: «El arte es un espacio de resistencia y de celebración»

Margarita Ledo Andión es periodista, cineasta, autora y académica española. Con toda una vida de militancia, en esta entrevista habla sobre la función política del arte, el feminismo, la crisis ambiental y el racismo, etc. «Sabes que estás en unas coordenadas en las que no tienes la hegemonía, pero que introduces tu propia temporalidad», explica.

Entrevista: Daniel Lencina

– ¿Cómo cree que el arte configura o puede configurar nuestras subjetividades, lo que nosotros somos en tantos sujetos, y cuál es el rol del arte y de los medios de comunicación en esa configuración?

– Respecto a lo que llamamos arte, su gran función es ampliar no solo el conocimiento sobre nosotros a nivel expresivo, a nivel de lugar donde dejamos caer nuestros afectos, la vista, aquello que nos atrae; en términos convencionales es un poco lo que sería la inspiración. Dentro de poco se van a escuchar a los cuervos –pues hay muchos alrededor-, lo que puede provocar un relato como el de Poe o hacer una película, o simplemente contemplar estos pájaros que a mí me llaman mucho la atención. Yo soy de la zona de Terrachá, Tierra Llana, que es de cultivos de cereal –aunque ahora ya no tanto-, y por lo tanto estaba llena de estos pájaros. Y a mí, contra lo que piensa todo el mundo que los considera como algo negativo, es un pájaro que me resulta muy simpático. Ahí se entra ya en una parte subjetiva, porque tiene que ver con mi experiencia infantil, con la relación con estos pájaros, con saber que son muy, muy, muy longevos, por lo que tiendes a pensar que conocen mucho más que tú del entorno y que te pueden dar determinadas señales.

– Esta temporalidad, estas subjetividades y estos modos de ejercicio de la política, ¿cómo se dan en un momento como el actual, en el que prevalecen los algoritmos y la inteligencia artificial?

– A mí la inteligencia artificial siempre me hizo gracia. No es por falta de respeto. He trabajado mucho con colegas que trabajan en inteligencia artificial sobre el lenguaje. Acaba de salir ahora, hace unos días, un fresco de mujeres de Galicia realizado por inteligencia artificial; somos feas y viejas. Tú ves ese fresco y parecen mujeres del siglo XVI o XVII, de la época de la caza de brujas. Entre una docena salen solo tres mujeres jóvenes, pero es que todas son hermosísimas [excepto las de Galicia]. Lo que pasa es que la inteligencia artificial las considera viejas y feas. Las bromas, como comprenderás, y lo que nosotros llamamos retranca alrededor de eso fue absoluta. Y esto quiere decir que nunca te puedes fiar del algoritmo, tienes que controlarlo, saber para qué se usa. Es como el BigData, que un pequeño error nos puede llevar a la catástrofe más absoluta.

– Es decir que usted, de alguna manera ya lo dijo pero quiero profundizar, ¿cree en el arte como espacio de resistencia?

– Claro, de resistencia o de celebración. Es celebratorio también porque te relacionas. Si te pongo el ejemplo del cine o del diario filmado, hay una autora, Nicole Brenez, que trabaja sobre las expresiones de vanguardia y sobre las expresiones militantes en el cine. Lo que dice [Georges] Didi-Huberman, «busca tu forma, da con la forma». Cuando habla de que en cualquier situación, incluso la más negativa –él trabajó mucho alrededor de los campos de exterminio-, dice que hay que abrir una brecha para que entre la luz. Y se puede hacer con la poesía, con el arte. Él le da esa función específica al arte, de abrir la brecha para que la luz pueda penetrar. Y creo que eso es una función fundamental o la que nos permite buscar otras funciones, pero creo que es la clave. Y entonces ahí puede haber resistencia, como a la que se refiere Brenez, y puede ser celebratoria, como en muchos casos en que un pequeño hallazgo, el pasar un obstáculo se convierte en una posibilidad de ir más allá, de continuar lo que decía Cortázar.

Mujer de Galicia

Así se ven las mujeres de Galicia, según la IA (La Voz de Galicia).

– ¿Podría el arte resultar en una plataforma para la creación de nuevos mundos, más justos, más igualitarios, más solidarios?

– Primero tienes que tomar posición, porque también hay un arte racista. La gente que dice que el arte no es racista, ¡son los artistas los que pueden ser fascistas! Porque hay constantes de fascismo; la jerarquía en el arte, la monumentalidad, con esos materiales que no están al alcance de nadie. Y sobre todo el uso y los emplazamientos, esas figuras ecuestres. Y muy machistas, obviamente. Pero a partir de que tienes el derecho a tomar una posición, que es un derecho de no tener por qué reproducir las convenciones, el siguiente paso es reconocerte como persona autora, que ve y que participa como espectadora del arte y por lo tanto lo completa.

– De todos modos, como usted decía, el capitalismo y lo hegemónico tienen formas muy sutiles. Entonces, lo que entra en cuestión es, la equivalencia, la relación de fuerzas entre unas propuestas simbólicas y discursivas, que son las mayoritarias y otras que son las que uno pretende recorrer, que son aquellas más relegadas, marginales, con una decisión política adoptada. La cuestión de la relación de fuerzas es crítica…

– Sí, es crítica. Ahí estamos en un terreno que hay que estar constantemente analizando, pensando. Y buscando lo que en términos del marxismo clásico se llamaba el eslabón débil, que siempre lo hay. El eslabón débil casi siempre se da entre los conflictos en el propio cambio hegemónico. Estamos viendo lo que está pasando en el campo geopolítico, los intereses que se juegan. Porque claro, el tipo de recurso que se fue construyendo es tan basado en el extractivismo, en la expoliación, en la destrucción, que acabó devorando al propio sistema. Se está en un momento dramático, porque del cambio climático no se libra el gran capital. Puedan quedar los bancos llenos de oro y de no se sabe qué, pero la catástrofe está ahí, pendiendo. Lo sabían y se negaban los avances científicos que advertían del deshielo, pero no eran capaces de interpretarlo a nivel de lo que significa y de lo que trae consigo. En vez de ser cuantitativo, hay que mirarlo en términos de conflicto cualitativo, a veces de cortocircuito.

– Cruce de contradicciones, de líneas políticas…

– Líneas políticas. Se legisla porque ya pasa a ser un elemento de derecho en algunos países, en mayor o menor medida. En España hay una legislación muy progresista en muchos derechos que en otros tiempos se podrían considerar subjetivos. Las opciones sexuales y sobre todo los derechos sobre el propio cuerpo, que llevan al derecho al aborto, a la interrupción del embarazo, etc. Estamos hablando de esto porque es de lo que está en la agenda por culpa, obviamente, de que tenemos un Estado con una fuerza descomunal de la Iglesia católica, aunque no se note tanto como en otros sitios.

– ¿Está el feminismo a la vanguardia de todas estas rupturas?

– Claro. Siempre que comienzo mis clases advierto que voy a utilizar el lenguaje inclusivo, que nadie se sienta discriminado, que me escucharán tener mis propias desviaciones por esos valores incorporados, mecánicos, que puede ser lenguaje no inclusivo, etc. Y advierto que el feminismo no es una cuestión de sexo biológico, sino de toma de oposición. En las generaciones con las que estoy en relación en los estudios de comunicación audiovisual hay mucho chico feminista y mucha chica machista, porque el patriarcado se transmite a través de las mujeres. En esa función de educación, de los cuidados, dentro de la casa, las mujeres somos las grandes transmisoras. Por tanto, la huelga de cuidados de hace un par de años llama la atención. Primero, las risitas –como siempre-, porque son cosas de mujeres, pero llama la atención.

– Muchas gracias por su contribución…

* Este artículo es sólo una parte de la entrevista. Si quieres acceder al texto completo, puedes hacer click aquí, o bien escuchar el audio a continuación.

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