Manuel Chaparro Escudero es periodista e investigador en comunicación español. Es Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de la Universidad de Málaga. Dirige el Laboratorio de Comunicación y Cultura (COMandalucía), y fue fundador y director durante 36 años de la red EMA-RTV y del servicio de programas Onda Local de Andalucía. Ha publicado innumerables libros sobre periodismo y comunicación. Desde Julio pasado viene presentando Comunicación radical: Despatriarcalizar, decolonizar y ecologizar la cultura mediática1, que publicó en coautoría con Susana de Andrés y con la edición de Gedisa. En esta entrevista analiza la comunicación del presente, la cultura, el desarrollo, la vida, la relación con el medio ambiente y la coyuntura contemporánea.
Entrevista: Daniel Lencina
– ¿Cómo entiende las formas de vida que el capitalismo va configurando?
– Digamos que no es una hipótesis, sino una evidencia que todo es un mecanismo de propaganda. La comunicación ha actuado como palanca para profundizar una conciencia capitalista que estimula la idea que debemos crecer permanentemente en consumo y en acumulación de riquezas, cuando vivimos en un planeta finito. Este planteamiento absurdo no se consigue sino gracias a una propaganda de que la felicidad se alcanza gracias a la satisfacción de la compra, del consumo y de la acumulación. Este es el problema, y esto es lo que genera el distanciamiento con la naturaleza, aparte del apoyo del racionalismo dogmático de que todo aquello que no piensa, no siente, o que no es capaz de comunicarse en la misma clave que yo lo hago, no sirve, y por lo tanto yo puedo imponer mi voluntad. Pero obviamente la naturaleza está en permanente comunicación con el conjunto de los seres vivos, aunque nosotros hayamos perdido la raíz para que esta conexión exista cotidianamente.
– Y, en esa clave del mercado, ¿cómo se configuran las subjetividades, cómo nos configuramos nosotros mismos?
– Lo que se ha construido es una sociedad más individualista, más del yo, con menor capacidad de sentir comunitario, de comunalidad, lo que facilita la penetración del discurso único. Esta es la afectación para nosotros, la aceptación de que esta es la única agenda posible, de que no existen otras alternativas. Y si existieran en sociedades precapitalistas o en heterotopías2 contemporáneas, se las invisibiliza o directamente descalifica para evitar que puedan ser un ejemplo de alternativa a este modelo catastrofista.
– ¿Cuáles serían algunas líneas o exploraciones de esas alternativas?
– Hay muchas. La mayoría se constituyen a partir de comunidades de intereses que incluso llegan a salirse de los entornos urbanos y metropolitanos, donde se dificulta muchísimo la reconstitución de las relaciones por las distancias, por las formas de vida, por los apegos, etc. Tenemos los dos modelos: los urbanistas donde se establecen cooperativas de intereses, pero también de aquellos que deciden abandonar los hábitats urbanos para hacer comunidad en ámbitos más rurales, socialmente menos claustrofóbicos. Esto está ocurriendo mucho. De hecho, nosotros en el laboratorio3 elaboramos un mapa de proyectos capaces de generar economías comunitarias desde un respeto medioambiental, de la vida y del trabajo, que se llamó «Mundo finito» y luego se replicó en Castilla-La Mancha a partir de iniciativas ecofeministas, que son muy significativos y están a la vanguardia de este pensamiento. Podemos encontrar estos ejemplos en muchos lugares del mundo. Para mí, uno de los máximos exponentes de que todo esto es posible es el MOCASE4, donde los agricultores y agricultoras han luchado para no perder sus terrenos ancestrales, viven y cuidan la tierra, pero además han creado sus propias escuelas para que los niños aprendan desde sus propias idiosincrasias, han generado sus propios estudios universitarios reconocidos por el Ministerio de Educación. Han creado un ecosistema propio, haciendo posible esta biofilia para no sentir necesidad de la poderosa fuerza centrípeta que ejerce lo metropolitano, que es un polo de atracción que pretende ofrecerlo todo, pero donde no consigues nada si no es a través de una gran capacidad económica o de que te vuelvas tremendamente individualista y egoísta.
– ¿Le ha pasado de atestiguar casos de parresías, o de ser usted mismo un parresiastés?
– La verdad es algo que incomoda, porque no siempre nos reconocemos en ella. A veces la verdad se convierte en un elemento subjetivo. Pero cuando es algo objetivo, incomoda mucho más. Tal vez recuerdes aquel cuento de cuando se encontraron la verdad y la mentira.
En cierta ocasión, Doña Verdad y Doña Mentira se cruzaron en el camino.
(Anónimo)
– Buen día, dijo Doña Mentira.
– Buenos días, dijo Doña Verdad.
– Hermoso día dijo, Doña Mentira.
Y entonces Doña Verdad se asomó para ver si era cierto. Y lo era.
– Hermoso día dijo, entonces, Doña Verdad.
– Aún más hermoso está el lago, dijo Doña Mentira.
Y la Verdad miró hacia el lago y vio que la Mentira decía la verdad y asintió.
Corrió la mentira hacia el agua y dijo: el agua está aún más hermosa, ¡nademos!
La Verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y entonces confió en la Mentira.
Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas.
Un rato después salió Doña Mentira, se vistió con las ropas de Doña Verdad y se fue.
La Verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la Mentira, comenzó a caminar sin ropa y todos se horrorizaban al verla.
Es así como aún hoy la gente prefiere aceptar a la mentira disfrazada de verdad y no a la verdad desnuda por el reencuentro de nuestras vidas…
Desde entonces, la verdad anda desnuda, impúdica y molestosa en la calle, mientras que la mentira anda disfrazada de verdad. Y esta es la paradoja, lo que nos ocurre. Es más cómodo asumir la mentira social, colectiva en que vivimos, que decir la verdad y afrontarla, porque eso exige moverse de la zona de confort. Cuando denuncias las pequeñas corruptelas diarias, al sistema que no provee de lo necesario, que los ODSs5 son mentirosos y falsos porque no reconocen la verdadera equidad, entonces te vuelves un ser incómodo que puede ser marginado. Pese a las presiones sociales, siempre se encuentran aliados que piensan como uno. Pero el problema no es convencerlos a ellos, sino a quienes no son capaces de abrir los ojos ante la verdad o que los cierran porque ésta es incomoda. Este es el día a día de las luchas políticas de los movimientos que los medios de información criminalizan como «antisistema». Yo me considero un antisistema porque este sistema no me gusta, no me identifico con él y creo que hay cosas que cambiar. Pero me molesta que haya quienes consideren a Donald Trump como antisistema, cuando él es precisamente la reproducción del sistema, su aliado que pretende perpetuarse. Se definen mal las cosas, entramos en la descalificación de que todo lo que desde la óptica de las democracias occidentales no sea políticamente correcto sea antisistema, lo cual es un error. Pero a fuerza de desentrañar los conceptos, en los pequeños entornos se van produciendo cambios significativos, al menos de que no se expresen con la misma virulencia porque ahora saben que hay quienes están atentos a que se prediquen mentiras para desmontarlas.
– De acuerdo a como lo expresa en su último libro Comunicación Radical, ¿cuáles son los sustratos y fines de la comunicación?
– La comunicación radical es la que nos proporciona el conocimiento verdadero. Desde una perspectiva occidental, entendemos la cultura como un gran conocimiento del mundo de los clásicos. Pero olvidamos que la cultura es cultivo de la tierra, su cuidado y el de la naturaleza, entender que somos una parte más de la existencia, que es lo que genera el sustrato cultural y de co-existencia. Si se partiera del hecho vivencial de producir lo que necesitamos, el resto del tiempo podría dedicarse a la creación, a la contemplación; allí podríamos ser artistas, filósofos, o lo que sea. Generar sustrato significa volver a recuperar el valor de la cultura, que hoy representa una acumulación de conocimientos que no permite siquiera entenderse con el mundo y la vida. Esto nos está pasando.
– ¿Cuáles son las claves para la producción de subjetividades por fuera de los marcos del capitalismo, y cuál sería en ello el rol de los periodistas y medios de comunicación?
– Me acuerdo mucho de un lema de Luis Ramiro Beltrán6, que me decía: «Manuel, primero hay que pensar, luego hay que decir lo que se piensa, y finalmente hacer lo que se dice». Es decir, es importante pensar, llegar a conclusiones, hipótesis, poderlas expresar verbalmente porque en esa traslación es donde se consigue el nivel de discusión, confrontación y reconocimiento de disidencias para alcanzar consensos. Porque llegamos a consensos quienes no participamos; «la comunidad internacional llega al consenso de…», y ciertamente las mayorías no hemos participado ni hubo disidencias con respecto a ello. Pero, al final de cuentas, lo importante es el hacer, porque si se ha llegado aquí y se ha hecho este diagnóstico, hay que dar el próximo paso. La medicina lo hace perfectamente, donde uno piensa lo que padece el paciente, lo dice, lo comunica, y se actúa para remediarlo si es que se puede. El problema que tenemos en comunicación es que aún sabiendo lo que tenemos que comunicar, informar y divulgar, estamos ante una maraña de medios que sirven a los intereses del capital, que pertenecen a bancos, a capitales especulativos, a grandes aseguradoras, y que no responden al sentir de un auténtico periodismo que apueste por poner en agenda los problemas de la ciudadanía y de la cultura popular que está en la calle. Esto es algo que en mi grupo de investigación hemos trabajado bastante con la elaboración de una guía de ecotransición que sirve de referencia a periodistas y medios para abordar las realidades sin caer en las mentiras o en la banalización. El periodismo debe recuperar el sentir ético de contribuir en la generación de un debate en torno a las realidades que hay que problematizar, porque cuando solamente atiende a las macropolíticas y a la macroeconomía para convencer a la ciudadanía, es mentiroso y se fundamenta en la moral capitalista, pero no en la ética.
Sin embargo, sí observamos que hay medios que surgen desde el cooperativismo, de un sentir comunitario, de un periodismo ético y ciudadano, que funcionan y tienen sus públicos, en los que muchos nos reconocemos y creemos que debe ser un buen periodismo. Es decir, alternativas existen, son viables, están allí y deben ser visibilizadas y replicadas. Por ejemplo, ElDiario.es, que en Argentina está como ElDiario.ar, hace un buen periodismo de investigación que apuesta por reflejar los problemas de la ciudadanía, por debatir sobre ellos con la política y que no perdona la corrupción. Es un periodismo ético y comprometido, es lo que necesitamos para no caer en la trampa de la economía azul, blanca, verde y todos los modelos de blanqueamiento del capitalismo que son peligrosísimos porque generan un marketing propio que aduce a los medios y a la gente. No más pleonasmos en torno al capitalismo. Creo que hay que hacer un diagnóstico crudo, duro, pero del que surja la capacidad para denunciar y actuar. Existen modelos que nos propician a ser optimistas.
– No faltan quienes ven, en la actualidad, la situación en Ucrania como una explosión a raíz del choque entre dos modelos imperialistas…
– Es que en esta causa no hay mártires ni culpables, digamos que todos son culpables. Hay un régimen ucraniano que no es especialmente democrático con un gobernante títere impuesto por Estados Unidos y la OTAN, dispuesto a acoger todas las teorías de amurallamiento de Occidente frente a posibles invasiones de la Rusia de [Vladimir] Putin. Y tenemos otro individuo, ambicioso de poder que no se molesta en jugar a ser demócrata, y que viola cualquier principio. Los dos sistemas son igualmente hipócritas y están en una pugna propagandística para ver quién vence y quién tiene la razón ante la opinión pública. Si realmente se quisiera apostar por la paz, sería fácil. Si se reúne todo el capital hasta la fecha invertido en la guerra, ¿podría corromperse a favor de la paz a quienes ya están corrompidos a favor de la guerra? ¿No se podría poner todo ese dinero para sanear la situación generando entornos convivibles, armónicos, para que la población no tenga que vivir en medio de la guerra? Interesa seguir con la guerra, con la industria armamentista… Ahí es donde fallan nuestros ODSs, que luchan por la paz pero no pelean contra la producción o venta de armamentos, que apuestan por la equidad pero no denuncian la falta de redistribución de la riqueza, que pelean por el medio ambiente pero no denuncian la destrucción de los ecosistemas, que apuestan porque todo el mundo tenga niveles homogéneos pero desde una perspectiva de que todos tenemos derecho al consumo, cuando en realidad lo que tenemos es derecho a vivir la vida. En esa pugna andamos porque la mayoría de los medios responden a estereotipos que están atrapados por el círculo vicioso del poder.
– Lo que se está viviendo ahora en Ucrania, ¿ya se vivió antes en otra escala en Venezuela?
– No solamente en la actual Venezuela. La historia de Estados Unidos con el sur del continente ha sido siempre de imposiciones. También ha pasado en Cuba, otro país al que no se le dieron alternativas. Posiblemente sean democracias fallidas, pero no más que la propia estadounidense que tiene más de 90 millones de personas empobrecidas viviendo en las calles, o que la propia Unión Europea que tiene a más de 60 millones en la misma condición. Analicemos en profundidad las consecuencias de un modelo que se pretende reproducir pero que no quiere que sobrevivan aquellas alternativas que demuestran otras posibilidades en la redistribución y en la equidad. Esto es lo que ha pasado en Venezuela, durante mucho tiempo en el resto del continente y en las últimas horas en Perú, donde no se reconoce a un gobierno democrático, directamente torpedeado porque quien no está liado con el poder del capital no merece siquiera la oportunidad de equivocarse. Es muy fácil descalificar a quienes intentan poner en marcha otras alternativas y combatir la desigualdad existente en países enormemente ricos. Cuando se habla de todos estos países se piensa que son pobres, y no es así. Son inmensamente ricos, y de allí que la pretensión de apropiarse de sus riquezas pase por la estigmatización del pobre, por maltratar a la sociedad, por decirle que todo el mundo puede alcanzar el ideal de consumo, y que quien no lo logra es porque no lo intenta lo suficiente.
– Incluso los desventajados apropiándonos de la bandera de la desigualdad…
– Si el capitalismo fuera un modelo de éxito, pues ya habría triunfado. Sin embargo, lo que se observa es que en el marco de este modelo que nace después de la II° Guerra Mundial, la brecha de desigualdad aumenta cada año. Las sociedades del desarrollo tienen sus fronteras cada vez más amuralladas. Nos fijamos en el muro de Trump, pero Europa tiene los suyos, crueles, que estigmatizan, que matan, entre España y África, en el Mediterráneo, en Hungría, en Polonia… Este modelo de parque temático en el que vivimos es excluyente porque sólo pueden entrar aquellos con capacidad adquisitiva. Cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo que llegue a Europa es bienvenido y nacionalizado si lo hace con capital. Pero quien llega empobrecido como consecuencia de las políticas del desarrollo, es rechazado con violencia en las fronteras. Si esto no se quiere reconocer, cabría aplicar dos principios de la psicología: la primera es asumir que en mi zona de confort estoy bien y que no me voy a mover, que quienes tienen un problema son ellos y deben solucionarlo; y la otra es lo que denomino la disonancia cognitiva, es decir que aunque se demuestre científicamente que la pared que tengo al fondo no es blanca9, si me interesa creer que la pared es blanca, lo seguiré creyendo. Si quiero creer que existen habitantes en Marte, por más que la ciencia demuestre que no es así, seguiré creyendo que en Marte hay marcianos y que podemos ir a vivir pasado mañana, tal como se nos quiere hacer creer: «no os preocupéis si la Tierra se destruye que nos podemos ir a Marte». Pero, ¿para qué nos queremos ir a Marte si estamos marterizando la Tierra?
1 Ver https://www.infolibre.es/cultura/libros/comunicacion-radical-despatriarcalizar-descolonizar-ecologizar-cultura-mediatica_1_1242137.html
2 En la conferencia «Des espaces autres» ofrecida el 14 de marzo de 1967 en el Centre d’Études architecturales, Michel Foucault definió heterotopia como los “espacios delineados por la sociedad misma, y que son una especie de contra-espacios; una especie de utopías efectivamente verificadas donde todos los demás espacios reales que pueden hallarse en el seno de una cultura están a un tiempo representados, impugnados o invertidos” (Foucault, 1997, pp. 46-49).
3 Se refiere al laboratorio de estudios en comunicación COMandalucía, que actualmente dirige. Su portal web es https://www.labcomandalucia.uma.es/
4 Refiere al Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), en Argentina.
5 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
6 Luis Ramiro Beltrán (1930-2015) fue un reconocido periodista y académico boliviano, de profunda influencia a través de sus contribuciones en torno a una teoría de la comunicación latinoamericana.
7 Ver https://historia-arte.com/obras/la-verdad-saliendo-del-pozo
8 Ver https://tucuentofavorito.com/la-verdad-y-la-mentira-cuento-corto-con-valores-para-reflexionar/
9 La pared de referencia es de color verde.