Entrevista publicada en periódico La Arena
«En Colombia predomina una condición de profunda desigualdad, como en Chile, donde sectores minoritarios muy favorecidos lograron disponer de una amplia mayoría desfavorecida, en su propio beneficio», comenta Daniel Lencina. De repente, la pandemia expuso «esa relativización de los valores simbólicos que legitiman al mercado, y los colombianos empiezan a preguntarse si la ciencia, la técnica, el mercado, los medios de comunicación, no han sido partícipes de cierta política deshumanizante hacia el pueblo».
A este periodista, oriundo de Catamarca, el brote de coronavirus lo encontró en Bogotá, donde reside mientras desarrolla su doctorado en Estudios Sociales en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. «En mi familia, en la universidad o con amigos siempre hemos lamentado el retraso de nuestra provincia, la alta dependencia del estado, su gran aislamiento; serias limitantes para un desarrollo social, productivo y económico en Catamarca».
El contacto con Lencina, que antes de irse a Colombia trabajaba en Radio Ancasti, pretendía enfocar la mirada en una provincia que no registra casos de Covid-19. «Parece que ese aislamiento nos ha jugado a favor, al igual que el gobernador Raúl Jalil, decidiendo a tiempo el cierre de fronteras». Si bien Catamarca «carece de un sistema de salud robusto, afortunadamente el aislamiento y el gobierno, esta vez jugaron a favor», reconoce.
Pero Lencina ya no reside en Catamarca, sino en Colombia. Desde su ventana en un quinto piso del barrio Chapinero, en Bogotá, observa las calles desérticas. Es un sector «con gran oferta turística y cultural», pero ahora luce «completamente desactivado». La novedad desde hace un par de días es que «los días impares se permite salir a las mujeres, para hacer la compra cotidiana, y los días pares, los hombres».
Miserias expuestas
Colombia «demoró en decretar la cuarentena total, con grupos económicos presionando para evitar una caída de actividad en los centros comerciales y rechazando el cierre de aeropuertos». Pero los alcaldes «empezaron a decretar restricciones en las ciudades principales, incluyendo Bogotá, donde Claudia López dispuso el aislamiento social una semana antes» que el presidente, Iván Duque.
Con mayor densidad poblacional que Argentina (10 millones más de habitantes, en un territorio menor), la nación caribeña superó ayer los 3.000 casos, con 127 fallecimientos y 354 recuperados.
La pandemia produce diversos efectos, dice Lencina: «uno es visibilizar y dejar en evidencia las miserias y desigualdades humanas, así como el maltrato hacia el planeta. Algunos podemos hacer cuarentena en un departamento, trabajar desde casa, cómodos, conectados a Internet, escuchando radio y tomando mates. Para otros, el aislamiento resulta un lujo que no pueden darse: sin ingreso fijo, ni comodidades habitacionales, ni recursos básicos, no pueden cumplir una cuarentena. En barrios más humildes, al sur de Bogotá, seguirán exponiéndose quienes deben ganarse un sustento diario, como los vendedores de café».
En las calles colombianas «hay miles de migrantes venezolanos, tratando de sobrevivir, expuestos a contagios». Hace unos meses, en Bogotá detectaron «un grave rebrote de HIV, que atribuyen a migrantes precarios. Los servicios personales, la cadetería puerta a puerta, la hacen mayormente venezolanos, que trabajan expuestos al contagio para que otros podamos quedarnos en casa. La pandemia visibiliza nuestras miserias y el periodismo no escapa a eso», advierte Lencina.
«Periodismo valiente»
Así como «en Argentina hay periodistas que estimulan una salida de la cuarentena lo antes posible, porque responden a grupos concentrados para quienes el aislamiento significa menor consumo y menores ganancias; también los hay en Colombia». Son medios y periodistas «capaces de relativizar todo, como si no importara poner en riesgo la vida misma de las personas».
Las medidas decretadas por Alberto Fernández «dejan insatisfechos a sectores de poder históricos, que buscarán debilitar su figura, cuestionando la cuarentena, criticando a la vicepresidenta, relativizando resultados. Los argentinos tenemos que entender que esos intereses no nos representan, los intereses del grupo Clarín no son los del pueblo. Y eso queda expuesto ahora, cuando está en juego la vida de quienes salen a trabajar todos los días», explica.
Desventaja
El martes pasado, Iván Duque pronosticó que el lunes 27 de abril Colombia retomará su actividad normal. «Los riesgos que esa medida implica y las críticas que despierta, no están en Cadena Caracol, ni en diario El Tiempo, ni en Canal RCN, ni en revista Semana, que son los medios dominantes». Y aunque existen voces críticas, discordantes, alternativas, «la relación de fuerzas es tan desventajosa, que cualquier ejercicio de resistencia queda relativizado».
De todos modos, «hay que cuestionar y resistir desde el periodismo las falsas verdades del capital. Nuestra tarea es asumir el riesgo de pronunciar la verdad. El periodista debe ser esencialmente un valiente, dispuesto a decir verdades que otros no pueden, porque no tienen herramientas, recursos, o no les conviene. Un valiente dispuesto a sufrir las consecuencias de pronunciar determinada verdad».
«Corcho»
«El periodismo requiere valentía y la pandemia deja en evidencia cuáles medios y periodistas son valientes, y cuáles no». Porque, concluye Lencina, así como hay «políticos corcho, livianitos, sin peso propio, que se dejan llevar por la corriente, tal cual los definía Moisés Lebensohn, creo que también hay periodistas corcho, capaces de relativizar hasta el valor de la vida, con tal de mantener la dinámica de consumo que necesitan los capitales, cuyo dicurso legitiman».
«En Colombia, por ejemplo, sigue subiendo el índice de contagio de Covid-19 en el personal médico. El gobierno retacea esa información para seguir adelante con su programa sanitario, que promueve una prestación de servicio obligatorio para todo el personal disponible, aún sin medidas de seguridad suficientes. La consecuencia lógica ha sido un incremento altísimo de los contagios, pero logran relativizar la situación con la complicidad de medios importantes, que no informan eso».
El control social
Daniel Lencina trabaja en su tesis de Doctorado, bajo la consigna «La producción biopolítica de la subjetividad del periodista». «Es un planteo postestructuralista, foucaultiano y deleuziano, que pone en discusión si el periodista es producido dentro del contexto neoliberal, como un agente productor y reproductor de lo biopolítico». Según Lencina esa producción se realiza «a partir de dispositivos de gobierno donde el periodista está inserto y participa: los medios de comunicación, tanto ámbitos de trabajo como herramientas de legitimación discursiva y simbólica de la condición neoliberal».
Esta relación funciona como mecanismo de control social: «los espíritus y las mentes de las personas, los sujetos de una sociedad, son gobernados mediante dispositivos como los medios de comunicación, cuyos agentes clave de producción y reproducción son los periodistas». Por eso Lencina utiliza el término «sujeto periodista».
El objetivo, la clave, de su investigación es encontrar «qué emergente posible, que discusión sobre un mundo diferente podrían poner en juego los periodistas, estos sujetos sujetados que producen y reproducen la condición neoliberal para una sociedad de control». La respuesta deberíamos buscarla, dice, «en una dosis crítica, cierto componente cuestionador que el periodismo no pierde, y que tendría la capacidad de generar visiones diferentes».
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